Todo empezó cuando Pelé tenía unos diez años. En 1950, Brasil organizó la Copa del Mundo. El joven brasileño era todavía un espectador en ese momento: Brasil sufrió una de las derrotas futbolísticas más dolorosas de la historia del país en la final, cuando perdió 1-2 ante la vecina Uruguay. Según su propia declaración, su padre sufrió tanto que tuvo que llorar. Pelé le prometió que algún día ganaría la Copa del Mundo para su país.

Sólo 8 años después, en el Mundial de 1958, llegó el momento. Con 17 años, Pelé llevó a su país al título con dos goles en la final contra Suecia. Siguieron otros títulos mundiales en los torneos de 1962 y 1970, y entre medias ganó 3 campeonatos nacionales de clubes, dos títulos sudamericanos e incluso el campeonato mundial de clubes en 1963 con su club, el Santos.

A pesar de su pequeña estatura, el brasileño era un gigante sobre el terreno de juego. Tenía velocidad, agilidad, control, fuerza y una increíble capacidad para prever los movimientos de sus contrincantes y compañeros. En total, marcó 1.282 goles en 1.363 partidos durante su carrera.

Uno de los mayores logros fue su gol número 1.000. Lo marcó de penal contra el Vasco da Gama en el estadio Maracaná de Río de Janeiro el 19 de noviembre de 1969, un hito importante para el brasileño. Más de 80.000 aficionados le aclamaron. Muchos hinchas irrumpieron en el campo, sus compañeros lo cargaron en sus hombros y el partido sólo pudo continuar tras una larga interrupción.

Pelé anunció su retirada en 1974, antes de aceptar un contrato de 7 millones de dólares para jugar en el Cosmos de Nueva York en 1975. En 1977, condujo al Cosmos a un campeonato de liga e hizo una importante contribución a la promoción del fútbol en Estados Unidos.